Pintando esta obra, descubrí, que mi interés en el arte pictórico, se centraría, de ahí en adelante, en abordar todas aquellas realidades que se sienten; pero que no se pueden ver con los ojos. Por lo tanto, este cuadro marca el inicio de mi ruptura definitiva con la pintura académica, realista y representativa.
En Blue Moon, aparece el monstruo que habita en el interior de las personas y que podemos apreciar a diario en nuestra vida cotidiana y en todos los noticieros del mundo.
En esta obra, vemos la realidad oculta de una hermosa Dama cualquiera, que en su parte monstruosa, disfruta de una música que parece invadir -tácita- todo el espacio del cuadro. Lo hace como si estuviera sumergiéndose en la belleza del arte, para escapar de la horrible realidad que le espera fuera de ese espacio soñado.
Este cuadro que quema; huele a humo; sabe a chorizo a las brasas y suena a fiesta flamenca, no es nada de eso... es solo un poco de pintura sobre una tela. Pero si usted descorcha una botella de vino y sabe esperar mientras lo mira. Llegará el momento en que podrá escuchar, dentro de su cabeza, la música que sale de esas imágenes pintadas. En cambio, lo que no le puedo asegurar, es que Ud. llegue a escuchar, normalmente, el tema "Minor Swing" de Django Reinhard y Stephane Grappelli en el reproductor de Goear. ¡Y es que eso seria un milagro!... ¡Que pena!
Aquí os dejo un par de bocetos que hice, a toda pastilla, en un concierto que dieron dos de los mejores músicos de Jazz en España: Jorge Pardo (Saxos sopranino, tenor y flauta) y el pianista Tomas San Miguel. Los bocetos están realizados con un par de lineas que salieron a bailar espontáneamente sobre el papel; taquigrafiando, de esta manera, un instante de lo que vi y senti allí.